Brillante debut en el profesionalismo
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Por DAVID DÍAZ
Hace casi dos años, el beisbol cubano recibió un golpe bajo, uno de esos que te doblan y te exigen algunos minutos para levantarte, recuperarte y seguir andando. En aquel tiempo el corazón de la política de pies secos y pies mojados latía sano, a buen ritmo. Era julio de 2015 y la selección nacional cubana que participaría en el rescatado tope bilateral contra un conjunto universitario estadounidense, comenzaría su rodaje en suelo norteño sin su jardinero derecho Yadiel Hernández, matancero de casi 27 años y una baja bien lamentable para ese equipo.
Tres o cuatro días después, ahora no recuerdo bien, otro jugador seguiría la huida comenzada por el yumurino. En aquel momento, el santiaguero Luis Yander La O tenía 23 años, era un versátil jugador de cuadro e incluso patrulló los jardines con las Avispas. Para ser franco, donde más me gustaba a mí era en la antesala, que necesariamente no se interpreta que era allí donde el hombre encajaba mejor. Pues Yander, que en el plano genérico de la pelota cubana estaba considerado como uno de los mayores talentos, decidió no continuar junto a sus compañeros en Carolina del Norte y darle un cambio a su futuro.
En el momento de su despedida, el indómito contaba con seis Series Nacionales y una campaña como refuerzo de los Cocodrilos de Matanzas de Víctor Mesa. Que era un bateador consistente, no creo que nadie lo pusiera en duda. Su average era bien alto, .330 (401 indiscutibles en 1215 veces al bate), conectó apenas 10 cuadrangulares, nueve triples y 49 dobletes, siendo el factor fuerza, sin dudas, su mayor debilidad.
Pero no todos los peloteros tienen que tener impregnada la etiqueta de sluggers, porque de ser así no existiera una larga lista de estrellas que triunfaron y triunfan en las Grandes Ligas sin tener el poder como escudo. Más bien, Luis Yander era un muchacho de líneas cortas, un pintor de conexiones en las zonas desérticas y sobre todo, un bateador disciplinado en home, con mucho tacto y pocos ponches. Fíjense si es así, porque los números no mienten, que solamente se ponchó 71 ocasiones, lo que arroja un promedio de un estrucado cada 17 veces al bate.
Sobre las almohadillas era todo un virtuoso. Le tomaba muy bien el tiempo a los lanzadores y una vez que salía al robo de las bases, su velocidad y habilidad generalmente ridiculizaban a los receptores. Salió en 89 ocasiones y logró su propósito en 62. La O era uno de los corredores más rápidos que tenía el beisbol cubano.
Con la selección nacional tuvo numerosas oportunidades, incluidas en su tránsito por las categorías de abajo. En 2008 acudió al Campeonato Mundial juvenil en Canadá, en compañía de seis paisanos con experiencia en las Mayores y en el año próximo fue uno de los integrantes al torneo panamericano en Venezuela.
En 2012 viajó con un equipo de consagrados y jóvenes talentos a México, para intervenir en un tope con una selección de ese país. En ese certamen ocurrió la deserción del campo corto habanero Roberto Carlos Ramírez. Del 23 al 27 de julio de 2014 participó en el intercambio con un elenco estadounidense en Cuba y días después viajó a un torneo amistoso en Colombia. Probablemente su mejor cara fue en la Serie del Caribe de 2015 en Puerto Rico, donde se tituló con Vegueros y promedió .438, aunque en 2014 fue el antesalista del equipo campeón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz.
Después de un año y medio de dejar de lucir el uniforme de las cuatro letras, exactamente en julio de 2017, llegó a un acuerdo de Ligas Menores con los Rangers de Texas, al recibir un bono de 110 000 dólares. Actualmente participa en la Liga de Carolina con el plantel de Clase A avanzada Down East Wood Ducks, en lo que constituye, hasta el momento, un debut excelente en el beisbol rentado.
Acumula average de .306 (53 indiscutibles en 173 veces al bate), ocho dobles, cuatro cuadrangulares, porcentaje de embasado de 35.1 y seis bases robadas en diez intentos. La O, cuya función en ese equipo es custodiar la esquina caliente, de mantener el ritmo ofensivo pudiera experimentar un salto de nivel antes que concluya la temporada, en la que su equipo es cuarto (20 victorias y 31 fracasos) en la clasificación del Norte.
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