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Armando Capiró: “Nunca me plantearon dirigir a Industriales”


Por:Yosvani Perez.

Si en estos momentos me hubiese sacado la lotería y fuera millonario, con confianza ciega apostaría toda mi fortuna en que nadie será capaz de adivinar el nombre de mi entrevistado, si como pista añado que en una ocasión le recetó tres ponches a Don Miguel Cuevas. La retahíla de lanzadores no tendría fin, como la lógica indica, pero si aburrido de ver fiasco tras fiasco en pos de dar con el “acertijo” respondo que el lanzador de marras fue Armando Capiró Laferté, en su época de juvenil, la mayoría de los apostadores se quedarían con la boca fría y la baba congelada.
El fornido mulato mucho le agradece al desaparecido doctor Bernabé Ordaz, otrora director del Hospital Psiquiátrico de La Habana, quien lo sacó con 17 años de la fábrica de sacos de azúcar Luján Vázquez, donde Capiró era amarrador y lo condujo por el mundillo del beisbol organizado. Esa fue una de las primeras clarinadas del habanero, que lo ganó todo a nivel internacional, pero lo más importante no lo pudo lograr, obtener un trofeo con los Industriales.
Con aquel recio slugger de la década del 70 conversé en su casa, enclavada en el Reparto Alturas del Aeropuerto, en Boyeros. Ahora con 69 años, lo encontré tendido en un largo sofá, en el que reposa a diario, debido a sendas lesiones de más de 35 años que desde hace un tiempo han dicho a molestar. Camina con dificultad, me dice que ya no puede correr, pero su mente la conserva tal vez mejor que cuando era un adolescente. El gran Capiró conversa y recuerda mucho, lo necesita, él lo sabe. Nuestra entrevista es un pequeño ensayo de un libro sobre su vida que está en camino. Lo que pensé que fuera un testimonio de una hora, lo estiró hasta cuatro. Ya me habían advertido que Armando cuando le daba por hablar de pelota, no tenía fin. Pues como dicen los españoles, ¡hala hombre!, que soy todo oídos.
Santiago de las Vegas fue la cuna del gran pelotero que fuiste.
“Yo jugaba aquí en Santiago de las Vegas en los campeonatos infantiles y luego pasé a los juveniles, categoría en la que me destaqué, y poco tiempo después de jugar en segunda categoría me captaron para Occidentales, equipo de la Serie Nacional con el que debuté. Tenía como ídolos a Chávez, Cuevas y Tony González y te puedo decir que mi primer indiscutible fue un jonrón que le di al fallecido Manuel Rojas, el matancero. El director de Occidentales era Francisco Quicutiz y el de Industriales Fermín Guerra, ambos directores participaron directamente en el profesionalismo”.
Fuiste partícipe de esos duelos entre Alarcón y Hurtado que nunca olvidaré ni yo ni muchos de mis coetáneos.
“Dos lanzadores buenísimos y famosos en su época, los partidos en los que se enfrentaban, sin mentirte, paralizaban a los fanáticos cubanos. De Alarcón decirte que tenía unos dedos larguísimos y su curva era distinta, no se le veía la costura, parece que el agarre que le hacía marcaba la diferencia. Yo le bateaba bastante bien a él, un día le bateé de 5-4 en unos entrenamientos antes de los Juegos Centroamericanos de Panamá 1970”.
Antes de empezar me dijiste que Omar Carrero fue el único lanzador que te quitó el sueño a menudo.
“El difunto Carrero me era muy difícil porque lanzaba según tú te pararas. Si lo hacías separado de home, te pitcheaba pegado y si lo hacías pegado, entonces lanzaba en las esquinas, era un serpentinero de mucho control”.
Tu primer equipo Cuba fue a un evento en Canadá…
“Se logró armar un equipo muy bueno, al que asistieron, entre otros, Rigoberto Sánchez, Emilio Salgado, Oscarito Romero, mi hermano Juan, y yo jugaba primera y pitcher cuando aquello. Yo estaba en el Servicio Militar y García Bango, que fue un presidente del INDER muy bueno, habló con Pedro Miret, jefe de la artillería, y este me cedió para representar a Cuba por primera vez en 1966 en los acostumbrados topes que realizábamos en Canadá con conjuntos de ese país. Aclaro que fue un tope y no un Mundial juvenil, como muchos periodistas erróneamente han publicado”.
Recordabas que ponchaste tres veces a Cuevas, pero muchos aficionados desconocen que tu única salida como lanzador en Series Nacionales terminó con una victoria.
“Fue ante el equipo de Las Villas en mi debut en 1966. Yo venía de la segunda categoría como pitcher y Natilla Jiménez me dijo que me dedicara al bateo, que en eso era mejor. Pero un día Quicutiz me probó como relevo y el cátcher era Lázaro Pérez, que me llevó de lo más bien. Metí como cuatro ponchados, entre ellos a Blandino y a Montejo y le di hit a un pitcher muy bueno como Ronel Sardiñas”.
Fuiste el primer capitalino que pegó más de 20 jonrones en una temporada…
“Exactamente, el mejor momento de mi carrera deportiva en Cuba fue cuando logré disparar 22 jonrones con La Habana, creo que el manager era Trigoura o Alpízar. En esa temporada bateé en un doble juego contra Industriales tres cuadrangulares frente a Florentino González, Bustamante y Luis Barrero”.
Aunque no con la calidad tuya, tu hermano José jugó en Series Nacionales.
“Él me fue a ver un día a Camagüey cuando yo estaba con Occidentales y Mario Salas, que era director del juvenil, le dijo «Capiró, tú estás aquí por la Columna Juvenil del Centenario, así que empina, que vas a jugar conmigo con Granjeros». Y así mismo fue, mi hermano se pasó dos años jugando campo corto de ese equipo”.
Escogiste a Servio Borges como el manager de un All Star hipotético, ¿y eso por qué?
“Por la disciplina que imponía siempre en el juego, además, me adapté mucho a su forma de dirigir, al jugar muchos años bajo sus órdenes en el equipo Cuba. También Coco Gómez fue un gran director”.
Nunca lograste el título con los Leones, pero sí fuiste campeón en la pelota cubana.
“Con el Habana del Coco Gómez me titulé en 1968 y en una Selectiva en 1976 con Roberto Ledo. Esos dos campeonatos significaron mucho para mí, teníamos un equipazo con Marquetti, Puentes, Echemendía, Medina, Anglada, Beltrán, Poulot”.
¿El jardinero izquierdo con más brazo en la pelota cubana fuiste tú?
“Sí, eso creo, pero llegaron a decir que otros lo tenían más fuerte que yo, pero Pacheco, el narrador, tuvo que expresar que el mejor brazo que él recuerda es el mío”.
¿Qué ocurrió que no acudiste al Mundial de Japón 1980?
“Ese año estaba muy bien al bate y en los entrenamientos ni a mí, ni a Anglada ni a Marquetti nos llevaron a ese evento, que ganó Cuba por jonrón de Muñoz. No sé qué ocurrió que nos dejaron fuera, por mí llevaron a Rogelio García González, por Anglada fue Carmelo Pedroso y por Marquetti asistió Muñoz. Sabes lo que significa no darle explicaciones a peloteros de esa talla, sin más, recoge y vete a casa”.
Otro momento de esplendor en tu trayectoria fue cuando te eligieron entre los 100 atletas más destacados del deporte revolucionario.
“Tengo ese momento, conjuntamente con la campaña de los 22 jonrones, como los regocijos más grandes de mi carrera deportiva. Esa elección la hicieron los periodistas, Fidel dirigió esa actividad en la Ciudad Deportiva, donde tocaron los Van Van”.
¿Qué me dices de tu retiro con tan solo 32 años?
“A raíz de una lesión que presenté en 1979 tuve discrepancias con Fernández Mell, quien era en ese entonces un alto funcionario del gobierno en La Habana. Hoy día comparto con él a menudo en determinadas actividades. Mi última Serie Nacional fue en 1980, luego me mantuve jugando en el Psiquiátrico y en 1988 jugué la Serie Provincial y disparé 14 jonrones y un tal Morales, que era de Guantánamo y era el Comisionado, me dijo que había que darle paso a los jóvenes y quería que yo jugara con Metros. Ahí sí me despedí por completo de mis ilusiones de regresar”.
¿Y después qué hiciste?
“Apoyé a Industriales y a Metros en la Ciudad Deportiva, junto a Osorio y Mantecado Linares, cuando dirigió Carmona, pues Humberto Rodríguez me lo pidió. Allí estuve hasta que comenzó a dirigir Anglada y luego paso como entrenador de la Provincial en el Psiquiátrico. Nunca me plantearon dirigir en Series Nacionales, ni a Industriales ni a Metros, por eso me quedaré con la duda de si hubiese sido un buen director.
“En 1997 voy a cumplir una misión deportiva a Japón como entrenador de bateo, Eduardo Martín como director, Nelson Ciero como entrenador de pitcheo y como jugadores Ermidelio Urrutia, Lázaro de la Torre y Luis Enrique Padró, todos con el club Shida. Después del 2000 me mantuve jugando torneos de veteranos y apoyando en el equipo del Psiquiátrico.
“Por el 50 aniversario de Industriales fui invitado a Miami con otros jugadores como Anglada, Padilla, Javier, Enriquito, entre otros, y no fueron ni De la Torre ni Tabares. Me reencontré con viejos compañeros como Julio Rojo, Hurtado, Héctor Despaigne y Chuly Ametller”.
¿Me puedes hablar de tu estado de salud actual?
“A diario hago mucho reposo para recuperarme de un tobillo que me partí en  1969 cuando la Tanda del Terror –nominación que se le otorgó a la poderosa artillería habanera compuesta, entre otros, por Raúl Reyes, Marquetti y Capiró-, que ahora, después de tantos años, me han salido secuelas. La lesión, exactamente una luxación, se produjo en Contramaestre ante el equipo de Mineros, cuando salí al robo sin señas y el terreno no estaba en condiciones, era de rodeo. Parece que la circulación me la ha empeorado, además, también tengo la rodilla operada de menisco desde 1979. A causa de esas dolencias no puedo correr y camino con dificultad, de no tener esas lesiones de viejo estuviera jugando todavía”.
Tomado de Cronodeportes


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