El Barcelona se impone al Real Madrid y da un golpe a la Liga
Un gol de Suárez y un penalti con expulsión incluida de Carvajal permiten a los de Valverde asaltar el Bernabéu y dejar el título encarrilado tras 17 jornadas.
El jugador uruguayo del FC Barcelona, Luis Suárez, celebra el gol que marcó durante el partido correspondiente a la jornada 17 de Liga en Primera División que el Real Madrid y el FC Barcelona. |
EL PAÍS
23/12/2017.
El Barça dejó al Real Madrid en la lona de la Liga tras un ejercicio sutil. Cuando el clásico se dirimió a los puntos, el equipo azulgrana se refugió en Piqué. Cuando llegaron los mamporros la cosa se puso fea para los madridistas: Messi tomó el centro del escenario. De un duelo neutral en el primer tiempo se pasó al choque de Messi, gobernante absoluto de un segundo periodo que enmarcó a los barcelonistas y dejó momificados a los del Real. Del Madrid resistente del inicio a un Madrid de nuevo cuarteado en la Liga, a la que no se entiende que haya perdido apego. El líder, ya con 14 puntos —y un partido más— que el campeón, tuvo sello en Chamartín. Llegó con alfileres por falta de efectivos y porque su banquillo da para lo que da, nada ver con el deslumbrante armario de su adversario. Con todo, supo curtirse y fajarse de entrada y dar la estocada con Messi mediante. Con Valverde este Barça con más tambores que violines encontró en el mejor feudo posible una victoria reivindicativa como pocas.
4-1-3-2
ZINEDINE ZIDANE
1
Keylor Navas
4
Sergio Ramos
12
Marcelo
2
Carvajal
5
Varane
10
Modric
8
Kroos
14
Casemiro
23
Kovacic
7
Cristiano
9
Benzema
1
Ter Stegen
25
Vermaelen
3
Piqué
18
Alba
20
Sergi Roberto
8
Iniesta
4
Rakitic
5
Busquets
15
Paulinho
10
Messi
9
Luis Suárez
4-4-2 (D.P.)
ERNESTO VALVERDE
Para arrancar, Zidane rebobinó la Supercopa y envidó con Kovacic por Isco. Al contrario que en el torneo veraniego, al croata le esperaban dos partidos. Esta vez no solo el de Messi. Con la pelota a pies de Ter Stegen a Kovacic le tocó arrestar a Busquets para cortocircuitar al Barça en la salida. Si el encuentro transitaba en campo propio, entonces al balcánico le correspondía atender a Leo. Kovacic, un dos por uno, logró de entrada el doble objetivo: los azulgrana se anudaron desde Ter Stegen, obligado al inusual juego en largo en busca de la cabeza de Paulinho. De Messi solo hubo un goteo hasta su despegue al infinito tras el intermedio.
Desnaturalizado de inicio el Barça por las maniobras del Madrid en el embudo del juego, donde todos los volantes blancos operaban como marines, el partido apenas se discutió en las áreas. El meollo estaba en cada asalto en el medio, donde hubo tralla, un campo de minas. Los de Valverde, sin hilo con el balón, procuraban bajar el volumen del encuentro. El Madrid, por su parte, abrir gas una vez cruzado el macizo central barcelonista. La frontera madridista era asunto de Paulinho, un intrépido. Por algo se gana las habichuelas descuelgue a descuelgue, gol a gol.
Bloqueados unos y otros, el choque discurrió parejo durante el primer acto. La zona central era selvática y sin suministro no atinaban las delanteras. El sostén de cada cual estaba en el andamiaje defensivo, donde por encima de todos se encumbró Piqué, al mando de la antiaérea y firme en cada cruce. A la espera de Messi, Piqué blindaba a los suyos y Paulinho les estiraba. Asistido por Leo, suyo fue todo el picante azulgrana en el primer tiempo: una volea y un cabezazo con respuesta de Keylor.
En la otra punta, no era la sobremesa de Cristiano, autor de un punterazo al aire tras una incursión de Kroos. Poco después, en su mejor aparición de mediodía, el portero culé le desvió un disparo con cicuta. De Benzema ni gota salvo su cabezazo al poste izquierdo de Ter Stegen. El Madrid, como su oponente, se batía mejor de lo que jugaba.
Roberto sacó la cadena a Marcelo y cuantos se cruzaron por su autopista derecha. Piqué nunca se fue y amaneció Messi, ya sin el gesto taciturno del arranque del choque. Paulinho seguía como Paulinho y Suárez no rehuía trinchera alguna con sus particulares guerrillas, que más suelen desquiciar a los rivales que al propio uruguayo. Demasiado para un Madrid desplomado, solo espectador del Barça más sinfónico. Ni Kovacic, ni Casemiro, ni Kroos, ni Modric… Todos, uno tras otro, se fundieron. Como evidencia, el primer tanto. Busquets se despojó de cuantos rivales le salieron al paso y dio aire a Rakitic, que avanzó por el eje sin centinelas a su paso, conectó con Sergi Roberto y el lateral encontró a Luis Suárez en el otro pico del área. Tan liberado estaba el charrúa como desatendido Rakitic en la estupenda aventura que se inició con el jugadón de Busquets. El Barça ya daba monserga a la pelota.
Con Messi al frente y todo su coro afinado, el cuadro de Valverde esprintó hacia la victoria. El argentino sacó el repertorio, cerca y lejos de Keylor, y el conjunto culé se articuló de maravilla sobre La Pulga. Suya fue una asistencia con pie clínico para Suárez que derivó en un tiro al palo de Messi. Carvajal pegó un cachete al balón, pero aun así Paulinho, que rebotea en el área ajena como nadie, embocó. El árbitro anticipó al gol el penalti y la expulsión de Carvajal. Messi, que solo no parece Messi cuando tiene un duelo esgrimista con los porteros, metió un zurriagazo a la pelota y lo festejó con rabia y plante de torero hacia la grada, hacia propios y extraños.
A partir del 0-2 y con diez el Madrid, el duelo se quedó sin trama. La cita se volvió un cruce de caminos de una portería a otra. Se arrimaron a un palmo del gol Bale y Ramos. Lo mismo que Semedo y André Gomes, porque Messi repartía chuches para todos, titulares y suplentes. Como prueba, el tercer gol. Otro pase de cirujano, este para Aleix Vidal, que puso el broche al liderazgo del Barça y dejó en la cuneta liguera a un Madrid tan borroso en la Liga que deberá apelar a la remontada de todas las remontadas entre las remontadas. El Barça se lo comió.
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