La esquina azul: La epidemia de los errores
Por Boris Luis Cabrera
foto de Boris Luis Cabrera |
Mucha preocupación ha traído para los fieles seguidores de Industriales la errática defensa que ha mostrado el equipo de sus sueños en este inicio, por mucho la más rezagada del campeonato en sus primeros 12 partidos.
Muy lejos en el recuerdo están aquellos defensores antológicos que inundaban sus filas y que le dieron fama a este conjunto en sus tiempos de gloria. Las nuevas generaciones continúan escuchando esas historias en boca de sus padres cuando juran que muchas veces iban al estadio solo para deleitarse con las jugadas al campo de sus peloteros favoritos, algunos de ellos con herramientas increíbles que le permitían firmar atrapadas y fabricar combinaciones que parecían salidas de un filme de ciencia ficción.
Hoy todos sabemos que es muy distinto el panorama que nos rodea, y entendemos que tal vez los principales exponentes que deberían estar al campo han emigrado a otras tierras y que los que hoy se desempeñan en sus posiciones son quizás las terceras o cuartas figuras de su generación, pero aun así lo que hemos visto sobre la grama en este comienzo no puede suceder.
Los felinos de Guillermo Carmona después del duelo particular con los Tigres avileños y luego de una docena de partidos jugados, se fueron a dormir nada menos que con 27 errores en su casillero en 385 lances, para un paupérrimo average de 944, el peor por mucho entre todos los equipos contendientes.
Por culpa de estas marfiladas los equipos contrarios han anotado un total de 15 carreras, y solo equipos hundidos en la tabla de posiciones como Guantánamo y Holguín han aceptado más anotaciones sucias que los capitalinos con 16 y 23 respectivamente.
La increíble epidemia ha afectado a casi todos. Dayron Blanco con cinco y Sandy Menocal con tres, son los que más acumulan, pero de los que han jugado con regularidad solo están inmaculados a la defensa el receptor Héctor Ponce y el inicialista Walter Pacheco, ambos con muy pocos lances.
La buena ofensiva y el aceptable promedio de carreras limpias de sus lanzadores han remado fuerte para que este equipo, el más ganador en nuestros clásicos nacionales, se mantenga cerca de la zona de clasificación en medio de estas tormentas, pero todos saben que si no se mejora ostensiblemente este importante departamento de juego, morirán en la orilla como ha venido sucediendo todos los años en la última década.
Desde la distancia podemos especular sobre las causas, defender tesis y teorías con esa pasión que nos caracteriza como aficionados a este mágico deporte, pero solo los entrenadores que están ahí en el terreno pueden escarbar en la arcilla para encontrar el mapa que los guie a puerto seguro. Nos vemos en el estadio.
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