Gervasio Miguel Govín: “di lo mejor de mí y eso me hace feliz”
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No pasa un día en que Gervasio Miguel Govín vea un juego de pelota sin que desee ser él quien esté encima de la lomita. Confiesa que en pocos lugares se ha sentido mejor que ahí, frente al bateador de turno.
De sus 22 campañas beisboleras —20 de ellas con el equipo de la Isla— no colecciona sinsabores o frustraciones, lo que no significa que no las haya tenido pues, simplemente, prevalece la satisfacción de saber que al béisbol le dio lo mejor de sus años.
¿Cómo llegas al deporte?
Mis inicios en el deporte fueron en el poblado de Piloto, provincia de Pinar del Río. Comencé en las categorías inferiores como receptor, jugador de cuadro y center field. En esta última posición permanecí hasta que llegó la convocatoria para un equipo sub-23, en el que no clasifiqué como jugador de posición.
En aquel entonces, hablé con el entrenador de picheo, Tomás Suárez, para entrar como lanzador y a mitad del torneo me aceptaron. Logré buenas actuaciones y terminé como el mejor relevista, esa fue mi primera experiencia como lanzador.
Por este resultado me invitaron a un equipo Tabacalero que vino a la Isla a jugador tres encuentros, en el primero perdimos 1-0 y para el segundo me dieron la oportunidad de abrir. Di nueve ceros en el choque y a partir de ahí, comenzó mi carrera en la lomita.
Para la provincial, ya era abridor y terminé con balance de 12 victorias y una derrota, rompí varios récords de picheo y me dieron un lugar en la preselección del equipo Forestales para la Serie Nacional. Entonces, me enfermé y decidí trasladarme para acá, para la Isla, donde comencé la carrera de 20 años que la afición conoce.
¿Cómo valoras los resultados de tu carrera?
En mis 22 Series Nacionales —dos con Forestales y 20 con el equipo de la Isla—, creo que mis resultados pudieron ser mejores, aquí en la Isla estaba el terreno más corto de Cuba en aquel momento y eso me perjudicó en muchos partidos, aunque debo decir también que en otros me benefició porque el equipo se adaptó a batear para el right field para aprovechar la corta distancia que había por esa zona del campo. Sí creo que fui un lanzador que a lo largo de su carrera lo dio todo por la Isla.
Junto a Carlos Yanes conformaste una de las mejores duplas de picheo del país en aquel momento, ¿cómo lo recuerdas?
Fue una dupla muy interesante y que llamaba mucho la atención de la prensa, porque siempre lanzamos con un equipo que no era favorito y fuimos protagonistas de muchas de las victorias de La Isla. Recuerdo que en los playoffs, cuando no lanzaba Yanes, lo hacía yo: nos echábamos el equipo al hombro.
¿Cómo se recupera un pícher después de una mala salida?
Después de una derrota para recuperarse se necesita paciencia, entrenar y olvidar lo que pasó, concentrarse y pensar en el próximo juego, estudiar al contrario y prepararse mejor para que llegue el resultado esperado.
¿Cómo hacías en tus días de atleta activo para entrenar?
Cuando estábamos en lo que se llama tiempo muerto, que no había Serie Nacional, me levantaba cinco o seis de la mañana y hacía mi preparación que era bastante rigurosa y sistemática. Ya en medio de la competencia llevaba el entrenamiento del equipo tratando de exigirme al máximo. Siempre me gustaba hacer un poquito más.
¿Cuáles fueron las principales dificultades que enfrentaste para ejercer tu carrera?
La escasez de todo, sin dudas, y el mal estado de los terrenos que no estaban ni acolchonados en aquel entonces. Por solo ponerte un ejemplo: los montículos donde nosotros lanzábamos en muchos estadios tenían unos huecos inmensos.
Hoy en día se está trabajando mucho en eso porque permite mejorar la caída del lanzador, algo imprescindible para obtener mejores resultados.
Pero en la actualidad persisten muchos de esos problemas
Es cierto. En la actualidad escasean los implementos y los terrenos están muy desmejorados, sobre todo los que no son de Serie Nacional, que es donde se forman los futuros peloteros.
Yo, por ejemplo, por mi combinado deportivo trabajo con niños en el área El Palmar, y no tiene ni las condiciones mínimas para esa actividad. Estamos haciendo un esfuerzo para preparar a los muchachos y sacar peloteros, pero se hace bien difícil.
A raíz de esta situación, el entrenador Arnaldo Fonseca y yo estamos trabajando en un proyecto para rescatar el terreno que acá se conoce como el MININT, donde incluso hace muchos años ya se jugó Serie Nacional, pero ahora está muy deteriorado.
Nuestra intención es tener un mejor terreno para trabajar con los muchachos y que sirva también para la comunidad del reparto Nazareno. Si no hay terrenos de calidad, no se puede desarrollar la disciplina.
¿Cómo valoras el papel del entrenador de béisbol sobre todo en estas categorías menores?
El entrenador es la principal guía para un deportista de cualquier disciplina y a cualquier edad, pero para los niños más.
En el béisbol, es importante enseñarles desde edades tempranas la mecánica de fildeo y de tirar, el agarre de la pelota. A esas edades se es una esponja y lo que aprendan mal lo arrastrarán y difícilmente lo puedan corregir y, por el contrario, si lo aprenden bien desde entonces llevan ventaja…solo les queda perfeccionarlo. Así ocurre también con el amor que les inculques por la pelota y la disciplina con que los formes: son valores que los acompañarán siempre.
¿Cuál consideras el momento más feliz y el más triste de tu carrera deportiva y tu vida personal?
El momento más feliz en lo deportivo fue cuando alcanzamos el tercer lugar en la temporada 98-99, en el playoff semifinal que discutimos contra Industriales. Estuvimos a punto de avanzar a la final, pero no se pudo. En lo personal, fue cuando nacieron mis nietas, que son lo más grande que tengo en la vida.
El más triste como pelotero fue decirle adiós al béisbol después de 22 años de carrera, de tanto sacrificio y tantas alegrías.
¿Alguna decepción que te haya afectado en tu vida deportiva o personal?
En la carrera deportiva ninguna, hice todo lo que pude, di lo mejor de mí cuando me tocó y eso me hace feliz.
¿Consideras que por tus resultados se fue injusto contigo al no incluirte en algún equipo Cuba?
Injusto creo que no, en esos momentos el picheo en Cuba tenía mucha calidad. Tuve uno o dos años muy buenos, en una ocasión gané 17 y perdí cinco y no me incluyeron en la preselección del equipo Cuba, pero fui a jugar a Japón y me pareció justo porque en esos años había muy buenos lanzadores para escoger para la selección nacional.
¿Por qué te retiraste y que pasó con tu vida en lo adelante?
Me retiré porque ya estaba el relevo garantizado, ya yo cumplía 45 años y a la juventud hay que darle paso. En ese momento había una buena generación de muchachos con talento y condiciones, el futuro del picheo en la Isla estaba garantizado.
En estos momentos estoy trabajando como entrenador de la categoría 9-10 años en el combinado deportivo Irene Hernández, del Consejo Popular Sierra de Caballos.
¿Cómo valoras la política de contratación del Inder? ¿Te hubiera gustado vivir estos años?
Me parece muy necesaria, el roce con otras ligas puede aportar mucho al béisbol de Cuba. Si en la época en que jugué se hubiera implementado eso pienso que muchos se habrían contratado en el exterior.
¿En algún momento pensaste en emigrar?
Jamás. Yo nací aquí y viviré aquí porque es donde tengo toda mi familia.
¿Eres feliz? ¿Te sientes atendido o recompensando por tus resultados como atleta?
Cada vez que he tenido un problema he hablado y me han atendido, no tengo quejas de la comisión de atención a atletas.
¿Cumpliste tus sueños como atleta?
El sueño mayor que tiene un deportista es integrar la selección nacional, representar a tu país en un evento internacional. Yo estuve con el Cuba B en Holanda e Italia, y fue mi única experiencia en ese sentido, pero mi mayor sueño era integrar el principal equipo Cuba al menos una vez, pero eso no pudo ser.
El 21 de septiembre de 2018, más de una década después de haber concluido su vida en el deporte activo y en una iniciativa para retirar de manera oficial —retroactivamente— a peloteros valiosos de los equipos Isla que nunca vivieron ese momento, el emblemático número 27 recibió su agasajo en el Cristóbal Labra, frente a una buena concurrencia de público y los pequeños peloteros que hoy contribuye a formar. Ese día comprobó que nada despierta en él más emociones que el béisbol y que hay mucha gente aún que lo admira y lo recuerda con caridad
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