Eduardo Paret: “después de la sanción me hice más fuerte, mejor persona y más hombre”
Eduardo Paret,foto de internet. |
Por:Roberto Santiago.
Para muchos, el torpedero más completo del béisbol cubano de todos los tiempos es Eduardo Paret, según demuestran las estadísticas a la ofensiva, defensiva y corrido de bases en sus 21 campañas nacionales y los más de veinte de participación en eventos internacionales, incluidos dos clásicos mundiales.
Paret fue, junto a Omar Linares, los únicos beisbolistas cubanos en llevarse el galardón de mejor pelotero juvenil del mundo y después como amateur primera categoría. Rechazó ofertas millonarias desde temprana edad para jugar como profesional. No obstante, dejó bellas páginas para historia del béisbol cubano.
Enorgulleció a la afición villaclareña y cubana con sus rendimientos y disciplina dentro y fuera de los terrenos, aunque sufrió injusticias y atravesó por momentos difíciles de los que se creció como atleta y ser humano.
De las realidades vividas desde pequeño, en sus años dentro de los equipos Villa Clara, la selección nacional y, más tarde, como mánager de los Azucareros, contó abiertamente para Play-Off Magazine.
Desde niño fuiste talento del béisbol…
A la edad de 10 años di mis primeros pasos en Santa Clara. Estaba en un círculo de interés en el palacio de pioneros y una mañana le preguntamos al “Chino” Pedroso, profesor que estaba en el terrenito de ese centro, cómo podíamos apuntarnos. Nos dijo que fuéramos con ropa para hacer deporte y al día siguiente hicimos una prueba. Estuve entre los seleccionados.
Junto al “Chino” Pedroso estaba Juan Mirabal y otro que le llamaban “El Zorro”. Con todos ellos fui a la provincial ese año y pude hacer el equipo a la nacional escolar en Tarará. Después me captaron para la EIDE provincial de Villa Clara. Desde que ingresé fui a todos los Juegos Escolares Nacionales de alto rendimiento.
Tuve muy buenos entrenadores de base y en los juveniles, con las mejores experiencias junto a Pedro Pérez Paz -que en paz descanse- Juan Rodríguez, Mario Globito, el Galleguito Sánchez, Darío, Lázaro Pérez y Niño Prieto.
Comencé jugando segunda base. Siempre tuve ciertas habilidades, pero la constancia fue lo que me dio las herramientas. Siempre puse atención en jugadores como Jova, Giraldo González, Ossie Smith. Desde pequeño jugábamos en la calle, en mi barrio del Condado.
Recuerdo en 1988 que, con 16 años, fui el mejor atleta de la provincia. Después de haber tenido un gran curso y resultados en la nacional pude representar a Cuba en el mundial 13-15 en México. Esa etapa la llevo con mucho amor junto a amigos que hice para toda la vida que no voy a decirlos todos para que no se me quede ninguno sin mencionar.
El salto para la primera categoría…
Al regresar del Mundial 13-15 no fui a esa provincial y me llevan al equipo primera categoría de Santa Clara. En ese momento había grandes jugadores en el conjunto y terminé de tercer bate. Me escogieron para ser invitado al equipo grande de Villa Clara, fui varias veces, pero estaba en la escuela, no podía perder clases. Al otro curso me llevaron e hice el grado.
Vieron en mí que podía ser el torpedero de la provincia y no se equivocaron. Estuve bien en la Serie y pude ir al Campeonato Mundial Juvenil en La Habana 1990, donde fui el mejor pelotero de ese campeonato.
Marcó algo fuerte en mi carrera porque compartí con atletas como Rey Isaac, Yobal Dueñas, los lanzadores Lázaro Garro y Tapanes, el difunto Ángel Cabello, receptor de Villa Clara, Vladimir García, Michel Perdomo y otros, que casi todos después fueron integrantes de equipos Cuba de mayores.
¿Cómo pudiste alcanzar esos resultados en medio de la situación del período especial?
La situación en la EIDE en aquel entonces no era la mejor, pero tampoco era la peor. Lo que no había terreno en la escuela como ahora. Íbamos a entrenar a Manajanabo que estaba alejado a varios kilómetros, sino al Victoria de Santa Clara o al softbolito cerca del (estadio) Sandino.
Cuando aquello no mirábamos las condiciones. Había pelotas hechas de baje o con esparadrapo. Teníamos entrenadores que buscaban las cosas donde quiera y al menos ponían guaguas para poder ir a entrenar. No nos quejábamos de casi nada y había gran amor para jugar a la pelota, además de los topes, muchas competencias y los deseos de hacer los equipos. Nosotros comíamos lo que dieran.
Empecé las Series Nacionales sin ganar un peso. Nos decían que nos iban a dar un salario y nunca nos dieron nada. Mi mamá siempre fue ama de casa y mi papá nunca me atendió. Tenía que irme para la pelota con lo que había. Todo era lo que me daban en el deporte.
Había veces de irme con un peso y Orlando Despaigne, un amigo de la EIDE que la familia tenía más posibilidades, me llevaba a comer porque yo no tenía ni cinco pesos para nada. Me iba para las provincias a lo que me dieran y así viajaba todas Series. Se acababan los juegos y seguía la mala situación, pero era el amor por encima de todo por hacer las cosas bien.
Tengo que mencionar a una persona que para mí no solo fue el mejor entrenador desde que empecé en la EIDE, sino porque fue como mi padre: Pedro Pérez Paz, que Dios lo tenga en la gloria. Él vio en mí, no sé, una familia muy humilde. Mi padre no me crió y ese sustituto fue Pérez Paz. Me atendía con todo lo que hiciera falta con mi carrera.
Después de ser adulto nunca dejó de darme consejos ni ayudarme. Siempre me decía que yo iba a ser un grande del béisbol, no se equivocó. Le doy las gracias donde quiera que esté.
Me entrenaba aun estando en el Villa Clara grande. A veces era la una de la tarde y cuando todo el mundo había terminado no me dejaba ir, dándome rolling en el campo corto y explicándome de todo sobre muchas cosas alrededor de la segunda base.
En el ´93 empecé a viajar con el Equipo Nacional y no pasaba ese gran trabajo. La comida en la casa antes de esos años era super difícil. Supe sobreponerme porque lo que estaba loco por empezar las Series para jugar pelota como única forma para salir adelante. Los scouts me ofrecieron varias veces cifras desde que era un niño, pero yo no conocía a nadie ni le hacía caso a eso.
¿Dentro de los equipos, cómo empezaste a ver la vida del alto rendimiento?
En la provincia fui discípulo de Pedro Jova, al que siempre admiré mucho y lo tuve como mánager después. Fue también como un padre dentro del conjunto para todos nosotros. Aquel equipo era una gran familia con una confianza de todo y lo que dijera era ley.
Mi pelotero era Víctor Mesa y muchas cosas que hice fue porque me inculcaba lo bueno. En la vida personal somos buenos compañeros. Como mánager tenía sus cosas, pero yo hacía lo que me mandara.
A veces la gente hablaba de la rivalidad con Germán Mesa y era por ser el titular. Yo no me llevaba mal con él, ni viceversa, al contrario, teníamos relaciones normales, el terreno era una cosa y afuera era otra. A él le tocaba y a mí también. Lo mío ha sido para mi bien.
Junto a Jorge Díaz Olano llegamos a ser una mancuerna en la combinación short y segunda. Éramos hasta compañeros de cuarto, para arriba y para abajo. A veces nos vemos en Estados Unidos y recordamos que de mirarnos sabíamos lo que queríamos.
Cuando quedamos campeones en el ´93, que fui al todos estrellas, viajé a Colombia a un universitario centroamericano, ya me sentía muy seguro dentro de la selección. En el ´95 y ´96 pedía carretera porque me empezaba a sentir realizado como pelotero.
Había muy buenos torpederos en el país como German Mesa, Giraldo González, Luis Ulasia, Evenecer Godinez, pero después del Mundial Juvenil la Comisión Nacional se estaba fijando en mí porque era el más joven. Se me fueron dando las cosas rápido de estar tan joven con esas grandes figuras.
Sabía lo que me esperaba por delante, por mi tamaño. Víctor Mesa me decía que tenía que estar por delante de todo el mundo y mirar siempre adelante, que me cuidara de Germán, el mas cercano. Yo no descansaba ni los 31 de diciembre. Me hice el propósito de que para todo había tiempo. En la vida a veces hay que dejar de ir a beber unos tragos con amigos o compartir con la familia.
Los años buenos de mi juventud fueron los del Período Especial que se pasó trabajo. Lo que había era para los peloteros, pero cuando iba para mi casa tenía que tirarme con el fufú de plátanos.
No había de nada para lavar el traje y para bañarse otro problema. Ahora es diferente porque se viaja en guaguas con aire acondicionado y lo de nosotros era Ikarus y a veces no estaban ni los cocineros.
Cuando empecé a salir a eventos internacionales, por ejemplo, fui a México, nos daban una dieta con un dólar diario, después subieron a dos. Había que inventar mucho porque la gente piensa que nos daban miles y miles. Yo recuerdo que para la Olimpiada de Atlanta nos dieron dos mil quinientos dólares cuando fuimos campeones.
En 2001 nos dieron cinco mil. La más grande fue en el primer clásico que entregaron once mil. Después de la Olimpiada de Beijín estuvimos como tres meses de gira y nos dieron solo cuarenta y creo que no nos pagaron el segundo lugar. Por jugar en Japón eran mil y pico.
Quería ser el mejor pese a todas las circunstancias, pero sabía que tenía que ser completo. Gracias a Dios fui buen corredor, tuve buenas manos, bastante buen bateador. Mi carrera fue muy bonita con dedicación y ayuda de mi familia, entrenadores y todos los que he mencionado.
Me marcó mucho el inicio de la primera serie y ser campeón nacional primera categoría por primera vez en el 93. Después me fui ganando el público de Villa Clara y toda Cuba.
¿Por qué el in pass de tu carrera deportiva por sanción?
Nos dijeron que habíamos hablado con Rolando Arrojo, eso nunca fue así: El día que eso sucedió yo no estaba en ese lugar, incluso Arrojo lo ha dicho en entrevistas que le han hecho que se fue injusto. No nos dieron explicaciones.
Éramos unos muchachos que no pensábamos en desertar ni nada de eso. Aquello fue muy molesto para mí y otros más, además de para el pueblo.
Qué tendrá que ver un saludo o una conversación que nada tenía que ver con terrorismo o no sé. Fueron cosas absurdas y malas que jamás olvidaré. Fue una mierda lo que nos hicieron.
Eso condujo a que nos vieran como lo más malo que había en la vida. Casi todo el mundo me dio la espalda, el INDER, la provincia y el gobierno, nosotros éramos como un polvo, como unos niños que no sabíamos hacer nada.
Pasé momentos malos que yo solo lo sé. El que tiene un hijo sabe que si te lo botan de algún lugar sabe lo que repercute todo eso.
No soy rencoroso, le di una galleta sin manos a mucha gente. Sé los que siempre estuvieron ahí y me apoyaron, sobre todo mi familia y otras amistades. Todo lo llevo en mi corazón porque posiblemente los que están molestos sean ellos porque los que querían verme hecho tierra no me vieron.
Si los veo por ahí, ellos por allá y yo por acá. Gracias a Dios después de la sanción me hice más fuerte, mejor persona y más hombre.
Era una sanción indefinida. Llamaron a la provincia al cabo de los dos años después de habernos sacado del estadio. Nos dijeron que podíamos jugar la provincial y ganarnos integrar el equipo Villa Clara. Así fue, entrené y estuvimos bastante bien.
¿Cómo fue esa segunda parte?
Volví a la Serie Nacional. Al parecer estaba la espina de alguien clavada ahí porque fui el tercer torpedero de la campaña de 1999 y preseleccionaron a cien peloteros para sacar los que irían al tope con los Orioles y Winnipeg, fueron como 15 shorts buscándose un puesto y al único que no llevaron fue a mí.
En 2000 también tuve rendimientos, me bajaron del avión como aquel que dice y no me llevaron a los Juegos Olímpicos. Tengo entendido que Fidel fue el que intercedió para que yo volviera al béisbol al preguntar por mí.
Como todas las cosas, no le dijeron cómo fue, le dieron otra vuelta. Qué le iban a decir si todo era mentira, pero pude volver.
En 2001 fui al equipo nacional nuevamente. A partir de ahí no cometí ni errores en eventos internacionales. Fui el mejor torpedero de la olimpiada de Atenas 2004. En 2005 fui seleccionado el mejor pelotero del mundo y anteriormente todas estrellas de Cuba.
Contribuí con tremenda defensa y ofensiva a ser subcampeón del Clásico de 2006. En 2008 de Beijín tuve grandes resultados y todos los títulos panamericanos y centroamericanos de esos años.
Mayores complacencias…
Lo converso con la gente y le doy gracias a Dios porque todo lo que me propuse en la pelota lo logré y quería ser como Omar Linares. Fui el mejor pelotero juvenil del mundo y después repetí en 2005, pero en la primera categoría como amateur. Es una experiencia súper linda que está en la historia que no se podrá borrar nunca.
Llevo muchos años juntos con mi esposa. Cuando yo fui para Puerto Rico en el ´93 ella estaba embarazada y cuando regresé un tiempo después abortó casi con seis meses.
Empezamos a hacernos tratamiento en Santa Clara y nada. Estuvimos en La Habana también con distintos ginecólogos y por último el doctor Vasalla me recomendó el sistema de fertilización de México.
Me hicieron la propuesta para una posible autorización y por salud estuvimos un año. Le hicieron cinco tratamientos y en ese salió embarazada. Vinimos a los tres meses con las jimaguas hermosas, que ya tienen doce años.
Te voy a decir que en Cuba a mí me dieron mi casa y mi carro, además cuando pedía algo casi siempre me lo daban. Yo además tengo muchas amistades. Me faltaba una cosa por un lado y buscaba otra por otro lado.
¿Cómo fue el final de tu carrera?
Había visto muchos retiros en la pelota. Cuando me fui en el 2009 ya no iba a jugar más pelota. Ese año quería estar con mi familia, pero los de la Comisión Nacional hablaban conmigo porque hacía falta para ir al Clásico. No pude ir a muchos juegos por los trámites y consultas. Fui al Clásico y cuando viré fui para México.
Llego a Cuba y juego la Serie, pero me desmotivó cosas de algunos peloteros del equipo sobretodo un lanzador. No veía amor por la camiseta. Vi que no iba a ir más al equipo nacional y hablando que uno está viejo. No quería terminar mal, aunque yo me sentía bien. Me dediqué a criar a mis hijas e irme en buena lid.
El último play off contra Ciego de Ávila fui el que más bateó, aunque no clasificamos. Fue el final en Series Nacionales. Meses más tardes jugué en unas ligas mexicanas donde logré grandes amigos e hicieron que me sintiera bien allá. Me tenían en la nómina del Villa Clara y al regreso de la altura me sentía ágil, pero no quería jugar más.
Vine solo unos días a Santa Clara a pedir un permiso porque debía regresar. Esa noche fui a La Habana y a la vuelta llegué al estadio, me fueron a buscar el traje y Eduardo Martin, el director en ese momento, me dice que caliente que Aledmis Díaz se había lesionado. Cuando salí la grada se quería caer abajo, gritando mi apellido.
Esa jornada fue inolvidable porque atrapé dos rolling difíciles y conecté dos hits, parecía una película. El público sabe que eso nunca se me va a olvidar. Sacaron el todo de mí. Me di cuenta de la afición que me gané en la provincia. Vi lo que de verdad me quieren.
Me retiré y fue algo bonito. La canción que dedicaron me encantó y lo más maravilloso fue que mi mamá nunca había pisado un terreno de pelota, ni desde niño y ese día mi esposa y yo la pudimos convencer para que fuera al Sandino. Ahí estuvieron mi esposa y tres hijos, Pedro Pérez Paz, que en paz descanse y todos los amigos míos.
Fue difícil porque cuando ya pasó y tenía que ir al estadio a ver un juego de la Serie Nacional me sentía incómodo en las gradas y más cuando comencé a dirigir. Después de México empecé en la academia con el Sub-23, en la EIDE a dar algunas clases y en 2015 empecé a venir a Estados Unidos.
El rol de mánager de los azucareros de Villa Clara
Muchas personas pedían que dirigiera, amistades y familia. Ya estaba cansado después que me lo propusieron y lo cogí. Creo que me equivoqué en dar ese paso porque me sacaron de una manera muy mala, como no me merecía. Lo hice y el primer año me salió bien y después tenía muchos baches, porque se fueron muchos y así no se podía avanzar más.
Antes había mucho amor por la camiseta que hoy no lo hay. A muchos les da lo mismo. Están algunos en el banco locos por que batee otro para ellos ni jugar. En definitiva, tienen el mismo salario del que juega y a veces hasta más, cogen lo que a todo el mundo le dan.
Disfrutan más porque se toman una botella de ron y están con una mujer y no pasa nada porque al otro día no tienen que jugar.
En Cuba la pelota está muy mal por la desmotivación, no hay de nada, ni implementos necesarios. Lleva unos años que a uno le da pena ver a Cuba en un torneo internacional.
Jugar pelota es una cosa y dirigir es otra, además de algunos que jugaron conmigo. El respeto que le teníamos a los directores y entrenadores no es igual que antes.
Los atletas estaban contentos, se comportaron bien. Estuve contento el primer año con el público con nosotros y los directivos, pero ya después me sacaron por gusto sin darme explicación ni nada.
No tuve problemas con nadie, me dejaron hacer mi trabajo, solo con Arildo Hernández, el director del INDER que había en ese momento. Hablaba una cosa por delante y otra por detrás. El mismo comisionado Ramón Moré que no habló claro, eso es lo malo que tienen ellos. Después de todo me hicieron un favor.
¿Por qué te hicieron un favor?
Me hicieron un favor porque al final no estaba contento con lo que estaba pasando y la dirección del equipo. Como te dije, el director del INDER estaba un poco atravesado porque parece que Moré quería coger el equipo, que por cierto ya lo cogió este año.
El favor fue que yo vine para los Estados Unidos de visita donde mis hijas pudieron conocer este país.
Ahora están estudiando aquí desde la Covid. La estamos pasando bien y no tengo ninguna preocupación de esos problemas con el INDER ni otro lado. Si el día de mañana estoy aquí tampoco quiero saber nada de la pelota de Villa Clara, aunque mi vida será la pelota toda la vida.
Trabajo de 7:00 am a 4:00 pm en un warehouse de piezas eléctricas y después a las 5:00 pm comienzo mis clases de béisbol hasta las 9:00 aproximadamente, en la academia Team Paret, en el Tamiami Park.
También trabajé en un mercado al llegar. La adaptación fue un poco difícil al comienzo, ya que tuve que realizar otros oficios que desconocía, pero el aprender siempre es bueno.
Si Estados Unidos será el país para terminar mi vida, aun no sabría decirlo con exactitud, pues creo que eso dependería de todo lo que pueda lograr. Mis años no son los mismos y este país exige salud, juventud.
El béisbol profesional y el amateur…
Son comparaciones abismales. Aquí en Estados Unidos tengo una academia normal para enseñar niños. Trabajo con otra persona y poseo más pelotas y de todo lo demás que Villa Clara entera. Si en Cuba hubiera las cosas que hay aquí, que no quepa dudas que la pelota allá no estuviera como está.
Antes queríamos hacer jugadas y otras cosas, pero les da lo mismo porque saben que no van a ir ni al equipo Cuba. También está el estímulo, pero deben tener más amor por el béisbol, darle alegrones al pueblo.
Se vieron cosas en la Serie del Caribe y seguimos en lo mismo. Hay que hacer cambios grandes con problemas de pensamientos.
Muchos peloteros de nosotros hubiéramos jugado Grandes Ligas y gente que saben lo dicen. Si se me hubiesen dado la oportunidad o hubiera dado el paso de venir a jugar yo sí tenía para jugar en la MLB.
No siempre se mide y creo que sí pude haberlo logrado. En esta época ni se pregunta, porque es normal que los peloteros puedan jugar en la Gran C arpa y no pasa nada. Con los ojos cerrados hubiera venido a jugar aquí grandes ligas, eso ni se pregunta, eso es al seguro, para mi es una cosa normal.
Presente y futuro de Eduardo Paret
Desde el 2015 venía a los Estados Unidos por la visa que nos dieron a los deportistas. Yo vine con Vinent y Casanova. En 2019 nos cogió el virus. No he perdido ningún derecho en Cuba, estoy en la ley con todas mis cosas en mi casa del Condado donde está mi familia.
Soy feliz aquí, pues finalmente he logrado metas que me he propuesto, tanto en el plano personal como profesional. Además, me siento reconocido, siempre he sido una persona que se ha dado a querer y el público del béisbol cubano donde quiera que esté siempre me recuerda.
El idioma Inglés es uno de los obstáculos que todavía no he podido rebasar, los años que estuve el béisbol me han ayudado, algunas palabritas siempre se pegan. Necesito practicarlo más, pero el tiempo un poco difícil.
Adaptándome porque llevo tres años aquí donde todos tenemos la residencia. Les fue difícil a las niñas adaptarse, pero cogen buenas notas en la escuela. En cuanto a la academia que tengo es para enseñar niños los que ya hemos estado en tres campeonatos y ganado dos aquí. Próximamente empezaremos otro. Estamos creciendo con los ingresos en su formación.
Después que estoy en Miami he estado dos o tres veces a Santa Clara, solo que por poco tiempo.
A los que no he visto más, los sigo queriendo y que me sigan viendo como la persona que soy. Mi salud está bien. Siempre seré ese pelotero del barrio de El Condado de Santa Clara donde se jugaba de todo. Ahí donde todo el mundo me quiere y hay respeto reciproco lo llevo en mi corazón para siempre.
Por lo demás, quisiera tener mucha salud para educar a mis hijas y que se encaminen. Me gusta pensar en el día a día, en cómo ayudar a mi familia y decirles a mis seguidores de Cuba y otros lugares que aquí tienen al mismo Eduardo Paret que conocieron humilde.
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